Educación especial

jueves, 24 de febrero de 2011
Educación Especial es una modalidad de atención de Educación Básica cuyo enfoque es la Educación Inclusiva, el cual permite reconocer la variedad de sujetos y contextos inmersos en el ámbito escolar, plantea el reconocimiento de las diferencias, respeto y tolerancia a lo "diverso" como aspectos de enriquecimiento. Considera la atención de alumnos de acuerdo a sus necesidades educativas y hace énfasis en la Educación para Todos.
 
“Las personas con cierta discapacidad seguirán teniendo un entorno que los discapacita, si no se educa a todos los ciudadanos desde pequeños sobre la existencia de los mismos, considerando a la escuela como un espacio de construcción social, donde los niños podrán convivir con lo diferente, aceptando la existencia de los mismos como un valor, más que como un defecto, valor que da cuenta de una capacidad diferente, más que de una discapacidad”.
El objetivo general: “Garantizar una atención educativa de calidad para los niños, las niñas y los jóvenes con necesidades educativas especiales, otorgando prioridad a los que presentan discapacidad, mediante el fortalecimiento del proceso de integración educativa y de los servicios de educación especial.”
 
Según el primer Registro Nacional de Menores con Discapacidad (1995), se identifican 2 millones 727 mil 989 personas menores de 20 años con discapacidad; de éstas 2 millones 121 mil 365 reciben algún tipo de servicio educativo, mientras que 606 mil 624 no reciben ninguno.

Chocolate, ¿en contra o a favor del estres?

sábado, 12 de febrero de 2011
Es uno de los alimentos más utilizados por miles de mujeres para calmar los nervios. Incluso se ha llegado a afirmar que crea adicción. Efectivamente, el cacao contiene sustancias de efecto calmante, además del placer que produce su sabor. Pero ojo: si abusas de él añadirás calorías extra a tu organismo e incluso puedes producir un efecto excitante. Un par de onzas de chocolate negro (menos calórico) pueden ayudarte a calmar la ansiedad y proporcionar combustible a tu cerebro sin aportar apenas calorías.
Lo mismo nos ocurre con los dulces: aparte del chocolate, es lo que más nos apetece comer cuando estamos nerviosos. La explicación es que los glúcidos provocan un aumento de la cantidad de insulina en sangre, lo que permite la secreción de triptófano, un aminoácido que se transforma en serotonina, que calma la depresión y la ansiedad. Los azúcares de digestión rápida producen este efecto casi inmediatamente, por lo que no debe extrañarte que te apetezca comer dulce cuando estás triste. Una vez más, debes utilizarlos de forma inteligente para no darle a tu cuerpo grasas y calorías en exceso.

Además de poner en peligro nuestra salud y nuestro sistema nervioso, estar estresados puede hacernos atacar la nevera cuando la ansiedad nos puede. Por ello, hay que convertir la comida en una aliada. Además, hay ciertos alimentos que pueden ayudarnos a mitigar el estrés.
Comer de forma equilibrada es fundamental para mantener en orden tu cuerpo y tu mente y evitar que el estrés afecte a tu estómago, tus defensas y tu sistema nervioso. De tus menús depende buena parte de tu estabilidad física y emocional.



La Ira.

jueves, 3 de febrero de 2011
La ira es un estado emocional que a varía en intensidad, yendo de la irritación leve a la furia intensa.  Como otras emociones, está  acompañada de cambios fisiológicos y biológicos.  Cuando una persona se enfada, su ritmo cardíaco y presión arterial aumentan, al igual que los niveles de las hormonas adrenalina y noradrenalina.  La ira puede ser debida a acontecimientos externos o internos.  Podemos enfadarnos con una persona específica (como un compañero de trabajo o supervisor) o un acontecimiento (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), o bien la ira puede aparecer al preocuparse y rumiar problemas personales.  Lo recuerdos de acontecimientos traumáticos o que nos hicieron enfadar pueden también desencadenar este tipo de emociones. 
Expresar la ira
   La manera instintiva y natural de expresar ira es responder agresivamente.  La ira es una respuesta natural y adaptativa ante las amenazas,  inspira emociones y comportamientos poderos y a menudo agresivos que nos permiten luchar y defendernos cuando somos atacados.  Cierta cantidad de ira, por lo tanto, es necesaria para nuestra supervivencia.  Por otra parte, no podemos emprenderla a golpes  con cada persona u objeto que nos moleste. Leyes, normas sociales, y sentido común ponen límites al alcance de nuestra ira.
    La gente utiliza una gran variedad de procesos conscientes e inconscientes para ocuparse de sus sensaciones de ira.  Los tres principales son: expresarla, suprimirla y calmarse.  Expresar los sentimientos de enfado de un modo asertivo, no agresivo, es la manera más sana.  Para hacer esto, primero has de aprender a dejar claro cuáles son tus necesidades, y cómo satisfacerlas sin dañar a otros.  El ser asertivo no significa arremeter contra los demás o exigir;  significa ser respetuoso con uno mismo y los demás.
   Otro modo de afrontar la ira consiste en suprimirla para luego transformarla o redirigirla.  Esto sucede cuando reprimes la rabia, dejas de pensar en ella y te centras en algo positivo que hacer.  El objetivo es inhibir o suprimir la ira y convertirla en un comportamiento más constructivo.  El peligro con este tipo de respuesta es que si  inhibes la expresión exterior de la ira, puede volverse hacia el interior, hacia ti, provocando hipertensión o depresión. La ira no expresada puede crear otros problemas.  Por ejemplo, puede dar lugar a expresiones patológicas de la ira tales como comportamiento pasivo-agresivo (vengarse indirectamente, sin decir claramente el motivo, en vez de enfrentarse directamente a la persona), o una actitud cínica y hostil permanente.  Las personas que están constantemente rebajando a otras, criticando todo, y haciendo comentarios cínicos no ha aprendido cómo expresar su enfado de un modo constructivo.  No es extraño que estas personas no suelan tener mucho éxito en sus relaciones.
Otra estrategia consiste en calmarse.  Esto significa no sólo controlar tu comportamiento exterior, sin también controlar tus respuestas internas, tomando medidas para bajar tu ritmo cardíaco, tranquilizarte, y dejar que la ira vaya pasando. 

Así reacciona el cerebro cuando no se cumplen las expectativas

miércoles, 2 de febrero de 2011

cine-miedoEl cerebro humano es capaz de adaptarse a lo inesperado gracias a que cuenta con una red de neuronas que hace predicciones sobre el mundo que nos rodea y, además, monitoriza cómo de acertadas resultan esas predicciones. El núcleo de esa red se encuentra en la denominada corteza orbitofrontal, un área cerebral situada por encima de los ojos. Cuando está dañada en un paciente, éste suele confundir los recuerdos con la realidad y continuamente anticipa acontecimientos que es poco probable que sucedan.

Un nuevo estudio supervisado por el profesor Armin Schnider, de los Hospitales Universitarios de Ginebra (Suiza), y publicado en la revista Cortex, arroja luz sobre los mecanismos cerebrales que nos permiten anticiparnos a lo que ocurre y adaptarnos a sucesos inesperados. Analizando el cerebro de voluntarios sanos con ayuda de un escáner de resonancia magnética, Schnider y sus colegas analizaron cómo reaccionaban cuando, mirando rostros humanos, tenían que predecir en qué caras estaba a punto de aparecer una araña (estímulo potencialmente peligroso) o un círculo negro (estímulo neutro). El análisis del cerebro mostró que la zona encargada de crear expectativas reaccionaba igual en todos los casos una vez que se producían los acontecimientos, sin importar si lo que había ocurrido o dejado de ocurrir suponía una amenaza. El área cerebral encargada de procesar estímulos visuales, por el contrario, respondía con más intensidad al ver la araña.

“El comportamiento adaptativo supone la habilidad de reaccionar a estímulos potencialmente dañinos, caracterizados por emociones negativas, pero también debemos responder adecuadamente cuando eventos que habíamos anticipado no ocurren”, aclara Schnider.

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